Dec 4, 2006

Venus ( I )















Venus. ( I )


Me prometí infielmente a mi mismo, que no volvería a desearla, que no volvería de un exilio semejante sin haber curado el espanto y la memoria.

El hastío, esa incurable constante por la que apenas recibo felicitación alguna y que probablemente a falta de patente no le saco mas partido que un poco de consuelo embellecido con antidepresivos.
Pongamos que estoy sentado en la terraza donde habitualmente me desconocen y donde hacen unos exquisitos calamares fritos, el café, bien hecho, con empaque, el sol me da de lleno en la cara y me aparto para no recibir tanto usufructo junto. Dos de cada tres gorriones son confiados en exceso y echan una mano en las tareas de limpieza comiendo las migajas de pan del suelo para deleite de madres e hijos exultantes del increíble mundo ornitológico, uno de cada tres probablemente preferiría los exquisitos calamares fritos... niños, pan, gorrines, fritanga y sol.
No muy lejos de tanto superfluo hedonismo, se combate al fuego con poco más que saliva, el maquinado destino del calvario cancerígeno de la mente artrítica que posee el ser destructivo y al que mal llamamos loco, actúa por encima de toda exageración, por encima de lo juicioso ¿ Es este entonces un acto humano? ¿ Por qué no puedo disfrutar tranquilamente del café sin que me duela el ánimo?...
Mi cabeza es un hervidero. Siento este asfixiante sudario nostálgico desde que por última vez supe de ella. Todo lo que acontece, parece avivar el hastío en el que me debato, su falta entonces será cuanto menos innecesaria.
Estábamos hechos de fracasos, hechos de un tedioso fluir de los acontecimientos, enderezando el rumbo para mal o para mal, improvisando, pero sin llegar tener el pulso fino y elegante de un saltimbanqui. De pulso y su falta supe años después de mi nacimiento, el médico que atendió a mi madre y al que relata en el parto, tenía las manos de un trilero novicio sólo compensado con una envidiable velocidad para colgarle el teléfono a su asistente que había iniciado con la misma soltura gestiones con el párroco y la agencia de viajes. Así y de forma similar nos conocimos, nos resbalábamos mutuamente, basto un comentario para darme cuenta que la vida es un ir y venir de ostias y aunque en principio el golpe me causo inconsciencia, soy de natural olvidadizo.
Es cierto, reflexionar abre el apetito. El camarero otro de mis puntales... Es casi mediodía el olor de los calamares frito termina tupiéndome los pelos de la nariz, ni fritos en Pachuli lograrían que pudiese diferenciarlos de un profiterol. Tanta confusión culminada por un clásico, tortilla de patatas, siempre una incógnita.
Uno cuando cae en la melancolía al mas puro estilo Sextoniano, sabe que ha caído en tierra baldía, una tierra donde gobiernas los puestos de venta de recuerdos “estuve en tierra baldía y me acorde de ti” y en donde los feriantes reclaman tu atención a grito pelao con el género que les provees. Según la perspectiva sicoanalítica: La melancolía se caracteriza por ser una posición subjetiva donde la relación con los objetos toma características de totalidad.
Anoche en plena inquietud, salí de mi cuarto sabiendo que la ciudad dormía, en ese silencio es posible todavía oír su voz.