Sep 25, 2007

Amaneceres, detalles y hechuras ( I )

Si uno está dispuesto a enfrentarse con la realidad, basta meramente con leer la prensa a poder ser en ese momento en el que todavía la piel recién desvestida de finas sábanas planchadas, conserva aun su tacto sensitivo.

Es de mañana, Antonio deja paso a Juan y a su esposa y estrena jubilación disfrutando de un pequeño barco, una buena porción de tierra bien construida y todo el tiempo del mundo como para alarmar a unas cuantas especies marinas que huyen nada más verle pisar el embarcadero.
El matrimonio es ahora quien recibe mis mudos elogios por el café y garantizan diariamente que la prensa sea presa fácil. He de destacar que es de agradecer esto ultimo porque en otros lugares se nota la presión de ser poseedor del noticiero antes que el subsiguiente y entonces comienza... observas que otros observan que son observados, tu observas que te observan y ellos tus rivales, observan que te has percatado, el tipo que posee el bien en cuestión se siente observado por ambos y entonces ratifica el usufructo agarrando el periódico con las dos manos y cruzando las piernas en una actitud relajada, pero en demasía.

En ciertos establecimientos hasta resulta peligroso si el contendiente no se percata de la falta de maestría matinal, pero como he dicho, este no es el caso así que tengo protegido al menos con bastante frecuencia mi cuota de escepticismo, que en estos días ha sido moderada por la llegada en limusina y cortejo de dos graciosos e “hiperactivos” osos panda.
Ya cómodos estos simpáticos mamíferos zampones en su insigne habitáculo, uno ya puede estar tranquilo mientras haya bambú en el cosmos, así que en pleno respiro, ojeo un día más el periódico dispuesto a avivarme con los infortunios ajenos.

Es de mañana como les digo y no hay nada más molesto que estar desocupado para que a uno se le cuaje el café entre titulares, porque, estar desocupado, es tener todos los cabos atados para no zanjar nada mientras ideas, mides y contrapesas todo.
Cotejas con cierta cotidiana rutina los paramales impropios, de la misma forma que los vencimientos o las 10 en punto, una vez más la redundada realidad encandilada por una ficción aventajadísima en los favores de la rehechura, precisamente el daño sale más económico cuando no punza, ni se archiva.

Sé que no atino, que mis palabras echan en falta el pulso de un cirujano, la precisión de un organismo, la serenidad en una buena baza al póquer, pero, a este café le falla la amargura que afina los sin sentidos, le falta el infortunio y el odio, y le sobran comodidades de todo tipo, que abdiquen de artificios literarios y de pajas intelectuales, mientras, muchos de mis coetáneos luchan por liquidar el miedo para que no les falte lo principal, la sopa , la vida, o ambas, yo estaré rendido de no saber como narices entender lo cínico, y de lo poco útil que me siento por no poder hacer frente a tanto sufrimiento baldío.

Pero, es de mañana y como les digo, no hay nada más molesto que estar desocupado y poder sentir el agrio sabor de la tinta desteñida en mis dedos.