Nov 30, 2007

El dorso quebrado.

I


Que tienes que decirme... van treinta y dos y todavía sigues atajando por lugares quijotescos. ¿ Qué fue de ti mientras zanjabas tu lugar en el cosmos?
Yo te conozco mejor que nadie, y admite que has cambiado de rumbo en tantas ocasiones que estás perdido ¡¡ reconócelo!!
Tu existir caleidoscópico y torpe no hace mas que crearme dificultades, siempre dispuesto a colisionar contigo para beneficiarte del goce de no llevarte la contraria, así mi trabajo es anecdótico y tus asuntos atajados en vano.
Siempre te tome en serio, pero ya no sé quien eres, ya no sé quien eres...

- No ves que estoy leyendo el periódico, no me molestes ¡ ahora no !

¡ Vamos! confiésame de nuevo como en tus sueños eras capaz de mover objetos con la mente y que una vez despierto ambicionaste tales disparates y que lo continúas haciendo. Fíjate entonces ¿ a dónde te ha llevado el afán de conseguir quimeras, conquistar altares y oropeles, y ambicionar la duda constante años más tarde ? nunca me has hecho caso y te tengo miedo, escucha...

- No escúchame tu a mí, a que narices viene este rapapolvo, acaso como consejero te he dado mayor responsabilidad sobre mis titubeos que los que posee una asistenta sobre las llaves del inmueble o del fondo de la nevera, mis incógnitas empiezan por saber si sacaré algo en limpio de nuestra dependencia, tu actitud no hace más que aumentar mi susceptibilidad.

No lo tienes claro porque te falla la memoria, o es que ya no recuerdas que al principio se nos hizo cuesta arriba, que era yo quien por entonces soportaba con afecto las pueriles conversaciones que manteníamos con el cuerpo desnudo en el espejo del cuarto marital, aquella corpórea amistad fue un simulacro del camino que no mucho después comenzaríamos, gracias a Dios sin tanto alarde naturalista.

Un obrero sancionado con seis mil euros por tocarle el cu....- ¡ pero bueno! Tengo mi café, un par de churros, el periódico de este puñetero bar, en apenas cinco minutos debo subir a la oficina, en el que mi trabajo nos permite dialogar durante más o menos el convenio laboral y sin remordimiento alguno, entonces, pregunto, ¿ SE PUEDE SABER POR QUÉ SIEMPRE VIENES CON ESTO INTERRUMPIENDO EL ÚNICO ALMUERZO QUE TOMARÉ HOY ? al menos ten por costumbre el mangoneo en horas en las que los de tu horma gestionan el fachendoso y prolífico furtivismo literario. Ahora entiendo que son cargos de conciencia.

Podrías ser al menos un poco cordial conmigo, ¿ no ves que trato de ayudarte ?

- Pues un trozo de gluten frito prensándome la epiglotis por culpa de tus interrupciones no creo que sean formas... además ¿ no serás tú el que reclama auxilio en ayunas ?

Probablemente, pero su excelencia debe haberse levantado con buen pie, en otras palabras con el que no se alza habitualmente y aunque inmediatos al puerto y con este fresco olor a mañana de verano uno brinda, al menos por ello no deberías desatenderme, ya que sería mi silencio el que pondría remedio y sé que me echarías en falta tarde o temprano.

- Que mis cualidades en ocasiones no favorecen nuestra intersubjetividad, pero sí tu punzante prosa, es tan cierto como que el camarero presumiendo de discreción se acaba de malcriar las pelotas a cuerpo de rey, además deberías conocer el alcance de tus preguntas, porque de alguna manera has corrompido las repuestas y me pone a parir que intervengas mi itinerario, tu itinerario, y del que doy peritaje con cierta frecuencia con o sin tu asistencia en carretera.

Simplemente he creído eficaz advertirte de tu cómodo estado, aunque como ya sabes pronto volveremos a darle vueltas a todo lo que hoy, estático, merece ser rectificado antes de volver a buscar respuestas con la tradicional ansiedad.

- ( ... ) Tengo razones para pensar que no necesito acogerme a ninguna órbita y no quisiera especular sobre el control de mi vida, así, como se va desmigajando, con la sensación placentera de saberse acogido siempre por la frescura de adoptar nuevos retos, esto es, como la primera vez en su entrepierna, sólo que con el paso de los años uno espera encontrarse en el mismo departamento la depilación y el cerebro.
Quiero decir que a medida que el tiempo pasa los parámetros se van trocando complicando las cosas, haciéndolas cuanto menos más extenuantes. Siento la necesidad de elegir mis deslices, es una libertad irrenunciable a estas alturas.

Observa, sobre el vértice de la mesa fronteriza un hombre de mediana edad acumula cigarrillos, aunque es zurdo, fuma con la derecha llenando de colillas el suelo. Coteja sombras humanas difuminadas con objetos cercanos enfocados. La joven de chal rojo que a duras penas disimula sus reveses, trata de ocultar su llanto a poco que uno se fije, el hecho fuera de su alcance, no le pertenece, no se medita, no consta.

- Tratas de decirme que no hay mayor ciego que el que no quiere ver.

Sí, en síntesis.

- Lo que te permite dudar de su capacidad de observación, si mal no me equivoco.

Ni más sordo que el que no quiere oír...

- Es probable que como a mí le haya parecido fantástico tomarse una tregua, analizar la certeza o doblez de las cosas inmediatas; la intencionada melodía de ¡esos! tacones, la amabilidad de un limpiabotas, el sudoroso grifo de cerveza, o por qué narices me he abrasado la lengua con el café. Esto también es, en síntesis.

Sigues sin contestarme...

- Y lo que es ya fue, así que gracias por impedir el silencio y su matinal tranquilidad, es muy tarde, subamos y continuemos la cháchara.

No quisiera parecer impopular, pero creo que hoy nos ponen de patitas en la calle. No habrá renovación.

- ¡ Ostias! Por cierto me ha gustado eso de brindar, ¡ brindemos!

En fin... brindemos, brindemos ...

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