Nov 27, 2006

La lengua como un zapato.

La lengua como un zapato.


Precauciones.

Si uno está dispuesto a renovar sus fracasos, la decisión de ponerle otro decorado más allá del puente pasaje supone una alternativa para los que por desgracia hemos tomado la precaución de continuar cometiendo errores, aún cuando del trasero, nada más te quede la barbilla. Sin embargo, esta decisión no colmaría alguna que otra contingencia -que dicho sea de paso y para llevarle la contraría al bolero- podría pasearse clandestinamente contigo sin haber pagado el viaje. Arrieros somos...

Seducciones.

Una noche pateaba mis conflictos, guirigáis y las imperfecciones humanas como de costumbre, seducido por la idea de completar los ingredientes de este alquímico potingue. En el vórtice de todo ello, reaparece la figura de una mujer inconfesable, una mujer hecha a imagen y semejanza de mis expectativas, una mujer ensoñada de alto contenido, una mujer con fama de un pulso con falta de sentencia y con seguridad en el manejo del tenso filo en el que nos hallamos de puñetera casualidad. En tal compromiso, uno debe renunciar a lo real en plena batalla campal, de esta forma omitir que estás de suerte, que tienes el mando, tú y tus incertidumbres, en las manos de una mujer sin pasado, en la que confías tus fiascos para colmo de tu sicoanalista.


Amaneceres.

Ella estaba a la deriva y yo era un simple epicentro. Esto es un punto a mi favor. Todo parecía indicar que el camino de vuelta a casa o al paredón mejoraría la estampa del trayecto con la poco decorativa Santa compaña. En efecto, así lo hicimos, arrastramos nuestros cuerpos maltrechos y como figurante solidario que atiende al engaño del que sueña, nos ceñimos mi sueño y sus incógnitas, mi deserción y mis dudas, para darle el último golpe de efecto con los terminales latidos de la madrugada.
Amanecí oras después, aun almacenados unos pocos vestigios de la noche, aún mecidos en desinfectante mis conflictos, mientras ella ahora en persona abría los ojos y la boca. “ Quillo, tengo la lengua como un zapato, tráeme agua”.
Supongo que a la pura realidad le sienta lo mismo el paseo marítimo, que la provocadora idea de toparme en las mismas, en un motel de carretera, en un club Parisino o en plena huida por la ruta 66.

No comments: