Nov 30, 2007

El dorso quebrado.

I


Que tienes que decirme... van treinta y dos y todavía sigues atajando por lugares quijotescos. ¿ Qué fue de ti mientras zanjabas tu lugar en el cosmos?
Yo te conozco mejor que nadie, y admite que has cambiado de rumbo en tantas ocasiones que estás perdido ¡¡ reconócelo!!
Tu existir caleidoscópico y torpe no hace mas que crearme dificultades, siempre dispuesto a colisionar contigo para beneficiarte del goce de no llevarte la contraria, así mi trabajo es anecdótico y tus asuntos atajados en vano.
Siempre te tome en serio, pero ya no sé quien eres, ya no sé quien eres...

- No ves que estoy leyendo el periódico, no me molestes ¡ ahora no !

¡ Vamos! confiésame de nuevo como en tus sueños eras capaz de mover objetos con la mente y que una vez despierto ambicionaste tales disparates y que lo continúas haciendo. Fíjate entonces ¿ a dónde te ha llevado el afán de conseguir quimeras, conquistar altares y oropeles, y ambicionar la duda constante años más tarde ? nunca me has hecho caso y te tengo miedo, escucha...

- No escúchame tu a mí, a que narices viene este rapapolvo, acaso como consejero te he dado mayor responsabilidad sobre mis titubeos que los que posee una asistenta sobre las llaves del inmueble o del fondo de la nevera, mis incógnitas empiezan por saber si sacaré algo en limpio de nuestra dependencia, tu actitud no hace más que aumentar mi susceptibilidad.

No lo tienes claro porque te falla la memoria, o es que ya no recuerdas que al principio se nos hizo cuesta arriba, que era yo quien por entonces soportaba con afecto las pueriles conversaciones que manteníamos con el cuerpo desnudo en el espejo del cuarto marital, aquella corpórea amistad fue un simulacro del camino que no mucho después comenzaríamos, gracias a Dios sin tanto alarde naturalista.

Un obrero sancionado con seis mil euros por tocarle el cu....- ¡ pero bueno! Tengo mi café, un par de churros, el periódico de este puñetero bar, en apenas cinco minutos debo subir a la oficina, en el que mi trabajo nos permite dialogar durante más o menos el convenio laboral y sin remordimiento alguno, entonces, pregunto, ¿ SE PUEDE SABER POR QUÉ SIEMPRE VIENES CON ESTO INTERRUMPIENDO EL ÚNICO ALMUERZO QUE TOMARÉ HOY ? al menos ten por costumbre el mangoneo en horas en las que los de tu horma gestionan el fachendoso y prolífico furtivismo literario. Ahora entiendo que son cargos de conciencia.

Podrías ser al menos un poco cordial conmigo, ¿ no ves que trato de ayudarte ?

- Pues un trozo de gluten frito prensándome la epiglotis por culpa de tus interrupciones no creo que sean formas... además ¿ no serás tú el que reclama auxilio en ayunas ?

Probablemente, pero su excelencia debe haberse levantado con buen pie, en otras palabras con el que no se alza habitualmente y aunque inmediatos al puerto y con este fresco olor a mañana de verano uno brinda, al menos por ello no deberías desatenderme, ya que sería mi silencio el que pondría remedio y sé que me echarías en falta tarde o temprano.

- Que mis cualidades en ocasiones no favorecen nuestra intersubjetividad, pero sí tu punzante prosa, es tan cierto como que el camarero presumiendo de discreción se acaba de malcriar las pelotas a cuerpo de rey, además deberías conocer el alcance de tus preguntas, porque de alguna manera has corrompido las repuestas y me pone a parir que intervengas mi itinerario, tu itinerario, y del que doy peritaje con cierta frecuencia con o sin tu asistencia en carretera.

Simplemente he creído eficaz advertirte de tu cómodo estado, aunque como ya sabes pronto volveremos a darle vueltas a todo lo que hoy, estático, merece ser rectificado antes de volver a buscar respuestas con la tradicional ansiedad.

- ( ... ) Tengo razones para pensar que no necesito acogerme a ninguna órbita y no quisiera especular sobre el control de mi vida, así, como se va desmigajando, con la sensación placentera de saberse acogido siempre por la frescura de adoptar nuevos retos, esto es, como la primera vez en su entrepierna, sólo que con el paso de los años uno espera encontrarse en el mismo departamento la depilación y el cerebro.
Quiero decir que a medida que el tiempo pasa los parámetros se van trocando complicando las cosas, haciéndolas cuanto menos más extenuantes. Siento la necesidad de elegir mis deslices, es una libertad irrenunciable a estas alturas.

Observa, sobre el vértice de la mesa fronteriza un hombre de mediana edad acumula cigarrillos, aunque es zurdo, fuma con la derecha llenando de colillas el suelo. Coteja sombras humanas difuminadas con objetos cercanos enfocados. La joven de chal rojo que a duras penas disimula sus reveses, trata de ocultar su llanto a poco que uno se fije, el hecho fuera de su alcance, no le pertenece, no se medita, no consta.

- Tratas de decirme que no hay mayor ciego que el que no quiere ver.

Sí, en síntesis.

- Lo que te permite dudar de su capacidad de observación, si mal no me equivoco.

Ni más sordo que el que no quiere oír...

- Es probable que como a mí le haya parecido fantástico tomarse una tregua, analizar la certeza o doblez de las cosas inmediatas; la intencionada melodía de ¡esos! tacones, la amabilidad de un limpiabotas, el sudoroso grifo de cerveza, o por qué narices me he abrasado la lengua con el café. Esto también es, en síntesis.

Sigues sin contestarme...

- Y lo que es ya fue, así que gracias por impedir el silencio y su matinal tranquilidad, es muy tarde, subamos y continuemos la cháchara.

No quisiera parecer impopular, pero creo que hoy nos ponen de patitas en la calle. No habrá renovación.

- ¡ Ostias! Por cierto me ha gustado eso de brindar, ¡ brindemos!

En fin... brindemos, brindemos ...

Sep 25, 2007

Amaneceres, detalles y hechuras ( I )

Si uno está dispuesto a enfrentarse con la realidad, basta meramente con leer la prensa a poder ser en ese momento en el que todavía la piel recién desvestida de finas sábanas planchadas, conserva aun su tacto sensitivo.

Es de mañana, Antonio deja paso a Juan y a su esposa y estrena jubilación disfrutando de un pequeño barco, una buena porción de tierra bien construida y todo el tiempo del mundo como para alarmar a unas cuantas especies marinas que huyen nada más verle pisar el embarcadero.
El matrimonio es ahora quien recibe mis mudos elogios por el café y garantizan diariamente que la prensa sea presa fácil. He de destacar que es de agradecer esto ultimo porque en otros lugares se nota la presión de ser poseedor del noticiero antes que el subsiguiente y entonces comienza... observas que otros observan que son observados, tu observas que te observan y ellos tus rivales, observan que te has percatado, el tipo que posee el bien en cuestión se siente observado por ambos y entonces ratifica el usufructo agarrando el periódico con las dos manos y cruzando las piernas en una actitud relajada, pero en demasía.

En ciertos establecimientos hasta resulta peligroso si el contendiente no se percata de la falta de maestría matinal, pero como he dicho, este no es el caso así que tengo protegido al menos con bastante frecuencia mi cuota de escepticismo, que en estos días ha sido moderada por la llegada en limusina y cortejo de dos graciosos e “hiperactivos” osos panda.
Ya cómodos estos simpáticos mamíferos zampones en su insigne habitáculo, uno ya puede estar tranquilo mientras haya bambú en el cosmos, así que en pleno respiro, ojeo un día más el periódico dispuesto a avivarme con los infortunios ajenos.

Es de mañana como les digo y no hay nada más molesto que estar desocupado para que a uno se le cuaje el café entre titulares, porque, estar desocupado, es tener todos los cabos atados para no zanjar nada mientras ideas, mides y contrapesas todo.
Cotejas con cierta cotidiana rutina los paramales impropios, de la misma forma que los vencimientos o las 10 en punto, una vez más la redundada realidad encandilada por una ficción aventajadísima en los favores de la rehechura, precisamente el daño sale más económico cuando no punza, ni se archiva.

Sé que no atino, que mis palabras echan en falta el pulso de un cirujano, la precisión de un organismo, la serenidad en una buena baza al póquer, pero, a este café le falla la amargura que afina los sin sentidos, le falta el infortunio y el odio, y le sobran comodidades de todo tipo, que abdiquen de artificios literarios y de pajas intelectuales, mientras, muchos de mis coetáneos luchan por liquidar el miedo para que no les falte lo principal, la sopa , la vida, o ambas, yo estaré rendido de no saber como narices entender lo cínico, y de lo poco útil que me siento por no poder hacer frente a tanto sufrimiento baldío.

Pero, es de mañana y como les digo, no hay nada más molesto que estar desocupado y poder sentir el agrio sabor de la tinta desteñida en mis dedos.

May 3, 2007

Que sabes de mí.

La soledad es un agujero que desprende hedor a carne escaldada, pero, estos cismas bochornosos son un buen lugar para aquellos que de la pertinaz saliva obtienen agua de lluvia.

- Hace más de treinta años que no sé nada de ti, ¿ recuerdas aquella mañana en el Norfolk Hotel? Fue en Nairobi y tú apareciste brevemente, acariciaste mi pelo aprovechando que cabeceaba y mi cuerpo entorpecido se dejó consumir como imaginé en tantas ocasiones y en tantos momentos a solas.

Vengo de ver mundo..., un mundo abatido que se oculta tras los diamantes de la quinta avenida y el agua envasada , tras el caviar y la penuria, tras el grito de los inocentes y de los armatostes blindados. Nunca supe de guerras ni de hambre, ni de aquellas resueltas niñas que vencían al estómago con piel de militares americanos en Bangkok.

Tu no deberías saber esto. Ahora he vuelto a casa, a la costa, al mar, y cada mañana me siento al filo de la cama para observar el paso del tiempo sobre las cosas que me envuelven y con las que comparto destino e inmovilidad, y es ahí donde te echo en falta.

He perdido fuelle, apenas escribo, en mi última novela me vencí, y ya no sé que hacer para devolverle a mis sentidos el natural reflejo de las charcas y lagunas, aquellas en las que crecí sirviéndoles mijo dorado a los patos y que alimentaban mi fantasía muchos años antes de las detonaciones y la hambruna, mucho antes incluso de haberte esperado y no mucho después de decidir que mi vida tendría sentido si cierro los ojos unos instantes al romper el día... como aquella mañana en el Norfolk Hotel.

Apr 1, 2007

Valores con jet lag

Valores con jet lag.

Hay temas que para frecuentarlos es mejor haberlos escrutado de raíz y catado a gusto el sabor de la tierra, sabiendo que de la freza no todo es mierda.

Año 1996, por entonces, explotaba un negocio hostelero al que a falta de matices, le debo la saludable popularidad de mi alopecia, y el sabor de la almeja babosa al natural gracias a un cliente que tenía por costumbre la nevera ajena y el póquer en general.

Era un hombre de rienda suelta, prefería darle dos o tres vueltas a la ginebra antes de mirarme a la cara como si a sus palabras le atizara la saliva el ácido efervescente de la tónica. Especulaba con precisión, dejándose notar cierta nostalgia de los años transitados por aquella adolescencia, donde los mensajes lograban el papel, y la cartera no podía ocultar el corazón. Dió de lleno una tarde, después de conocer que a un chiquillo se lo habían llevado pies por delante de un bar cercano por culpa de una pelotera digna de avergonzar a cualquiera, hecho totalmente previsible, cada vez más frecuente y huérfano de la mirada adulta; la diferencia entre nuestra adolescencia y ésta, es que nosotros no tuvimos tiempo para tenerla. A tal sensatez no tuve más remedio que provocarle otra copa, siempre con la sensación de que sus argumentos no padecían de ninguna contaminación observable, si no unas ganas de comprender lo que comenzaba a pronosticar, como quien dice, hace dos días.

Templamos el hallazgo y tratamos con propios y extraños de que el camino que la juventud en ese momento estaba trazando era cuanto menos desalentador. Como profesionales a ambos lados del mostrador, percibíamos el riesgo que conlleva un consumo vertiginoso de bebidas alcohólicas, descontrolado y que sólo respondía al siempre malcontento deseo adolescente.

Después de todo aquello, -punto de inicio de este género de ocio-, aquellas palpitaciones no hicieron mas que progresar en el sentido mencionado por el augur.
Los titulares de la prensa local hastían el café y la mañana comienza con mal gusto.

Un sobreinterpretado Sr. Cuesta, representante de un combinado vecinal, manifestaba la necesidad de reubicar la escena dantesca adolescente en otro emplazamiento, siendo ésta una más que genial idea mudable a otros acontecimientos culturales como el acto que reconstruye la batalla de Elviña que, indudablemente, se vería favorecida en el subsuelo de Mª Pita y con el aturdido cameo de la misma , sin duda, ejemplarizante paradigma adulto resuelto sin desgreñarse.

Ciertas tendencias reservadas antaño a los arrabales de las ciudades y a la propia vergüenza ajena del personal, actualmente se escenifican en las proximidades de los locales nocturnos sea cual sea su emplazamiento, los cuales pagan sus impuestos y se rigen por normas y obligaciones. La calle parece ser destino del libre arbitrio y los negocios albergan la jarana juvenil gratuitamente. Poco razonables son los argumentos de los que se sirven los jóvenes para hacernos comprender que este acto está más que justificado . Para uno que sabe de la noche algo más que el tacto del pijama de franela, estos argumentos no sólo son falsos si no que solamente responden a una cuestión, melopea a bajo coste y poder ejercitar el hígado tantos días como albergan las palabras fin de semana, una simple división de emolumentos.



Después de todo este tiempo observando de cerca el fenómeno, resulta cuanto menos ridículo que se cuestione que la libertad de un menor de edad se vea quebrantada por la aplicación de corduras que garanticen el acceso a la edad adulta de forma razonable, y no dejando que resuelva asuntos tan importantes como éstos a su soberano entendimiento. Un reciente estudio de la F.A.D sobre “juventud, valores, drogas” en uno de sus puntos dice: “menos de 2 de cada 10 jóvenes atribuyen a sus coetáneos rasgos positivos como responsabilidad, solidaridad, madurez, honradez, tolerancia o lealtad”. Los 8 y pico restantes debieron ser encuestados sin tomar en cuenta que hasta mediada la semana, las mejillas arden y los ojos evocan a las atrayentes bolas de electricidad estática.

Dec 4, 2006

Venus ( I )















Venus. ( I )


Me prometí infielmente a mi mismo, que no volvería a desearla, que no volvería de un exilio semejante sin haber curado el espanto y la memoria.

El hastío, esa incurable constante por la que apenas recibo felicitación alguna y que probablemente a falta de patente no le saco mas partido que un poco de consuelo embellecido con antidepresivos.
Pongamos que estoy sentado en la terraza donde habitualmente me desconocen y donde hacen unos exquisitos calamares fritos, el café, bien hecho, con empaque, el sol me da de lleno en la cara y me aparto para no recibir tanto usufructo junto. Dos de cada tres gorriones son confiados en exceso y echan una mano en las tareas de limpieza comiendo las migajas de pan del suelo para deleite de madres e hijos exultantes del increíble mundo ornitológico, uno de cada tres probablemente preferiría los exquisitos calamares fritos... niños, pan, gorrines, fritanga y sol.
No muy lejos de tanto superfluo hedonismo, se combate al fuego con poco más que saliva, el maquinado destino del calvario cancerígeno de la mente artrítica que posee el ser destructivo y al que mal llamamos loco, actúa por encima de toda exageración, por encima de lo juicioso ¿ Es este entonces un acto humano? ¿ Por qué no puedo disfrutar tranquilamente del café sin que me duela el ánimo?...
Mi cabeza es un hervidero. Siento este asfixiante sudario nostálgico desde que por última vez supe de ella. Todo lo que acontece, parece avivar el hastío en el que me debato, su falta entonces será cuanto menos innecesaria.
Estábamos hechos de fracasos, hechos de un tedioso fluir de los acontecimientos, enderezando el rumbo para mal o para mal, improvisando, pero sin llegar tener el pulso fino y elegante de un saltimbanqui. De pulso y su falta supe años después de mi nacimiento, el médico que atendió a mi madre y al que relata en el parto, tenía las manos de un trilero novicio sólo compensado con una envidiable velocidad para colgarle el teléfono a su asistente que había iniciado con la misma soltura gestiones con el párroco y la agencia de viajes. Así y de forma similar nos conocimos, nos resbalábamos mutuamente, basto un comentario para darme cuenta que la vida es un ir y venir de ostias y aunque en principio el golpe me causo inconsciencia, soy de natural olvidadizo.
Es cierto, reflexionar abre el apetito. El camarero otro de mis puntales... Es casi mediodía el olor de los calamares frito termina tupiéndome los pelos de la nariz, ni fritos en Pachuli lograrían que pudiese diferenciarlos de un profiterol. Tanta confusión culminada por un clásico, tortilla de patatas, siempre una incógnita.
Uno cuando cae en la melancolía al mas puro estilo Sextoniano, sabe que ha caído en tierra baldía, una tierra donde gobiernas los puestos de venta de recuerdos “estuve en tierra baldía y me acorde de ti” y en donde los feriantes reclaman tu atención a grito pelao con el género que les provees. Según la perspectiva sicoanalítica: La melancolía se caracteriza por ser una posición subjetiva donde la relación con los objetos toma características de totalidad.
Anoche en plena inquietud, salí de mi cuarto sabiendo que la ciudad dormía, en ese silencio es posible todavía oír su voz.

Nov 27, 2006

Retrato de una eventualidad.

Retrato de una eventualidad.

Hace tiempo que decidí recortar los bolsillos de mis pantalones. Supe por boca de otro que ocultar bien las miserias engrandece a las personas, y que poco podíamos hacer a fin de cuentas para no verse suspendido por los tobillos. Si el tiempo ejerce bien su profesión no nos salvará ninguna intercesión divina, ni recomendación Vaticana. Por esto creo firmemente en la discreción mientras sea posible soportar una indumentaria sin gafas de sol y gabardina.
A lo hecho le sienta mejor sacar pecho en el anonimato, porque hay errores con los que podemos convivir de puertas para adentro y que no pasarían por la cuerda floja del gentío tan fácilmente, porque los has cometido con la torpeza de un elefante. La misma boca tenía la lengua insensible al exceso y me confiaba sus lances, avivándosela con delicadeza y Ron blanco. Poco pudo hacer el sol Malagueño o las playas de Mazarrón salvo calmar el ansia de a quien la vida le vino breve desde el principio. Sabía llevar con elegancia los estigmas y el fulgor del delirium tremens hasta el punto de no perderse de vista en el espejo del cuarto de baño después de haber vomitado la memoria. Una tarde me espetó; “Es de tu incumbencia ponerte a salvo”, “¿a salvo de qué?”, Pregunté, “a salvo de las dudas, si le das soledad y comodidades serán buitres y después de haber catado la podredumbre de la que te has desprendido, sabrás que desde entonces volverán todas las noches a compensar el favor y comerán de un plato que no pueden apreciar, es de tu incumbencia ponerte a salvo”.Acepté el envite, como un centinela confía en sus piernas. Ahora comprendo que cerrase el trato con el anverso de la mano. In memorian (R.B.).

Arroz con mala fama.

Arroz con mala fama.


Probablemente lo que decimos en ocasiones tiene el mismo tiempo de reflexión que pulsar un timbre, por esto a lo siguiente quiero darle la misma importancia, aunque si cabe hacer un breve comentario.
Uno tiene por costumbre (discúlpenme) echar una siesta con la televisión encendida por aquello de que no me gusta dormir solo. Siempre sucede ( lo de dormir) con un run run de fondo que bien podría ser como en aquella escena de la película Como Dios en la que Jim Carrey hacía sudar al presentador de un informativo con un epiléptico trabalenguas, ¡ese! Run run de calidad tiene unos efectos inmediatos como si Diana Krall me susurrase al oído Dancing in the dark. Al grano...pongamos que en un programa de trascendencia adolescente, le dan la voz y el voto a un tertuliano sabelotodo y espeta contra todo pronóstico del tercero en discordia Morfeo que huyo por patas “ es que con 29 años ya se le ha pasado el arroz”.
No deja de ser curioso que me taladre tal absurdez y rasque como la absenta, aunque algunos de los efectos causados por esta a menudo no le vendrían mal al individuo sacamuelas. La paradoja continua con la misión imposible del cámara tratando de ocultar alguna pata de gallo mal recebada, consenso en el coro ¿ o quizá consuelo?
Cito a Picasso: “ cada vez que me dicen que soy demasiado viejo para una cosa, procuro hacerla enseguida”. Con la venia:
Dentro de lo lógicamente razonable se me atraganta como una sopa de cerillas que alguien pueda sentirse privado de sus sueños y por lo cual en buena parte de su libertad, nos excluye por narices del uso de algo que heredamos sin poder negarnos, nuestro tiempo, y promete ser un tópico que ya escuchamos mientras nos aprietan la cadena del chupete y se hace canción del verano para toda la vida.Espero que los que me vean mordiéndome las dudas a duras penas no me vean nunca arrojar la toalla ¿ que otra cosa puedo hacer si no?

Nada más lejos.

Nada más lejos.


Código 208, habitación 117, 3ª planta de una especia de búnker geriátrico donde la soledad se vacía como la billetera de un conductor de limusinas. La visita iba a ser lo suficientemente breve como las anteriores, lo suficientemente intensa como para recalar en la memoria y lo suficientemente arriesgada, si uno no cuenta con una buena coartada en su vida para no acabar en las mismas. Accedo del moderno ascensor a su cuarto, y como quien recibe la visita de un chusco a los pies de su cadalso, saltándome un par de estofas del soneto, supe que tenia un padre sin el favor de Shakespeare.
Era consciente de que el tiempo se nos echaba encima, el simplemente desconocía que tenia un pie y medio en la que se supone mejor vida, paradojas...
Tomamos café, sentí el poder de lo efímero. El tiempo y su tribunal, nada de apelaciones a la postre, nada de contemplaciones, mi padre bajo su sospecha y yo por un instante su único testigo. Bebí aquel ácido café, la luz... y la luz? Se supone que debía componer todos mis recuerdos hacerlos un único pensamiento, sus cuadros, sus libros, sus tardías vacilaciones con la filosofía, hacían otro contexto, otro trazado por el que afinarle. Apenas recordaba su característica dejadez, el serrín de sus zapatillas, el olor de su tabaco, anotaciones, pensamientos, ahora se hacían comprender de alguna manera, de alguna manera era un estímulo, algo...nada... El ambiguo rasero por el que confió a la suerte sus sueños, esperando la ostia definitiva, sentado, aguardando el cambio a su favor, nada.... Vi a un hombre luchando contra las cuerdas, esquivando los golpes, el dolor y la patraña, la luz y las tinieblas ambos uno, magnitudes hechas de la misma materia. Con el ultimo trago nos despedimos – puedes venir cuando quieras, le mire a los ojos y simplemente asentí.

La lengua como un zapato.

La lengua como un zapato.


Precauciones.

Si uno está dispuesto a renovar sus fracasos, la decisión de ponerle otro decorado más allá del puente pasaje supone una alternativa para los que por desgracia hemos tomado la precaución de continuar cometiendo errores, aún cuando del trasero, nada más te quede la barbilla. Sin embargo, esta decisión no colmaría alguna que otra contingencia -que dicho sea de paso y para llevarle la contraría al bolero- podría pasearse clandestinamente contigo sin haber pagado el viaje. Arrieros somos...

Seducciones.

Una noche pateaba mis conflictos, guirigáis y las imperfecciones humanas como de costumbre, seducido por la idea de completar los ingredientes de este alquímico potingue. En el vórtice de todo ello, reaparece la figura de una mujer inconfesable, una mujer hecha a imagen y semejanza de mis expectativas, una mujer ensoñada de alto contenido, una mujer con fama de un pulso con falta de sentencia y con seguridad en el manejo del tenso filo en el que nos hallamos de puñetera casualidad. En tal compromiso, uno debe renunciar a lo real en plena batalla campal, de esta forma omitir que estás de suerte, que tienes el mando, tú y tus incertidumbres, en las manos de una mujer sin pasado, en la que confías tus fiascos para colmo de tu sicoanalista.


Amaneceres.

Ella estaba a la deriva y yo era un simple epicentro. Esto es un punto a mi favor. Todo parecía indicar que el camino de vuelta a casa o al paredón mejoraría la estampa del trayecto con la poco decorativa Santa compaña. En efecto, así lo hicimos, arrastramos nuestros cuerpos maltrechos y como figurante solidario que atiende al engaño del que sueña, nos ceñimos mi sueño y sus incógnitas, mi deserción y mis dudas, para darle el último golpe de efecto con los terminales latidos de la madrugada.
Amanecí oras después, aun almacenados unos pocos vestigios de la noche, aún mecidos en desinfectante mis conflictos, mientras ella ahora en persona abría los ojos y la boca. “ Quillo, tengo la lengua como un zapato, tráeme agua”.
Supongo que a la pura realidad le sienta lo mismo el paseo marítimo, que la provocadora idea de toparme en las mismas, en un motel de carretera, en un club Parisino o en plena huida por la ruta 66.